Atticus Finch y las causas justas
Omar Abraham Ahomed Chávez (*)
Una película que me inspiró a estudiar derecho fue “Matar un ruiseñor”, basada en la novela de Harper Lee; el actor Gregory Peck ganó un premio Oscar por personificar a Atticus Finch.
Atticus Finch, personaje principal del filme, es un abogado de raza blanca del pueblo racista de Maycomb, comprometido con su profesión, defiende causas justas incluso de pobres agricultores que pagan sus honorarios con sacos de nueces. El juez del pueblo le pide a Atticus defender gratuitamente a un agricultor afroamericano, Tom Robinson, acusado por intento de violación; ante el pedido del magistrado, el abogado asume la causa. Durante el proceso judicial el abogado lidia con el racismo del pueblo que busca justicia por mano propia, buscando colgar al acusado; incluso, el padre de la víctima, un hombre alcohólico, escupe a Atticus Finch y amenaza a los hijos del abogado.
En el juicio, Atticus Finch demuestra que Tom Robinson no causó lesiones a la víctima porque tales agresiones fueron con una mano izquierda y el procesado tenía inhabilitado su brazo izquierdo desde niño; por otro lado, se demuestra la personalidad agresiva del padre de la víctima, quien es zurdo, así como las incoherencias de la víctima y la sospecha de encubrirse el deseo carnal de una joven blanca hacia una persona negra, lo cual el pueblo repudia. El abogado defensor clama justicia pero el jurado, movido por el racismo, declara culpable al acusado.
Terminado el juzgamiento, el último que queda en el recinto es Atticus Finch, cuando sale la población de raza negra junto a su pastor religioso, ubicados en un incómodo balcón para personas de su color, se levantan en señal de respeto al defensor; en ese momento el sacerdote reprende suavemente a los hijos del abogado que eran los únicos sentados en el balcón, diciéndoles: “niños, ¡levántense!, su padre está saliendo de la sala”.
La obra enseña que pueblos desinformados claman sanciones injustas, asimismo, defender causas justas, generalmente, no brinda riquezas ni halagos. La abogacía y la carrera judicial no son carreras políticas basadas en la simpatía de la opinión pública, se ejercen discretamente; en especial, los jueces resuelven con prudencia un caso legal sin protagonismos mediáticos. Apoyemos el postulado de Atticus Finch, apoyar causas justas y no las alabanzas demagógicas del mundo.
(*) Juez integrante del programa Justicia en tu Comunidad de la Corte de Lima
Fuente: EXPRESO
No hay comentarios:
Publicar un comentario