martes, 18 de octubre de 2011

DIVORCIO RAPIDO

Divorcio Rápido
Cuántas veces, en mis casi 30 años de abogada en temas de familia, he visto largos juicios por temas que no deberían ser de mayor trámite. Parejas que ya habían decidido separarse sienten que el Estado no los ayuda a rehacer sus vidas.

Las separaciones son siempre dolorosas, pero debemos evitar sufrimientos innecesarios con procesos eternos, engorrosos y caros que solo aumentan la ansiedad y la desesperación.

Sin exagerar, y no pocas veces, algunos divorcios han durado tantos años, que los hijos han crecido, se han casado, incluso hasta divorciado y los padres han seguido tratando de rehacer sus vidas sin poder conseguirlo.

Por eso, siendo congresista, presenté el Proyecto de divorcio municipal. Si te casas en un municipio, ¿por qué no puedes hacer lo mismo con el divorcio?, que es al final la disolución del vínculo matrimonial.

En los primeros dos años de aprobada la Ley del Divorcio Rápido más de 10 mil familias han logrado divorciarse en un proceso que no dura más de 4 meses y sin invertir mucho dinero. Incluso los procesos en los juzgados de familia han disminuido casi a la mitad, permitiendo de esta forma dejar que los jueces puedan resolver otros temas con mayor rapidez.

El proceso es muy sencillo: Son requisitos indispensables que los aún esposos estén de acuerdo en la separación y resuelvan ante un conciliador extrajudicial acreditado por el Ministerio de Justicia los temas de patria potestad, tenencia, alimentos y visita de los hijos, en caso de tenerlos. Si existen propiedades dentro del matrimonio, por medio de escritura pública, deberán separarse, sustituirse o liquidarse los bienes.

Una vez cumplidos los requisitos se presenta la solicitud ante la municipalidad o notaría y se esperan los correspondientes plazos de ley. En caso de estar fuera del país, vía Poder Consular, se nombra un representante para el proceso. El resto es mero trámite.

Lo importante de esta ley es que se respeta el deseo de las personas, sin mucho papeleo ni necesidad de endeudarse en el intento. El Estado se convierte en un facilitador de esas voluntades. Negar o trabar los deseos de nuestros compatriotas es convertirlos en ciudadanos sin voluntad y de segunda categoría.
Reza un conocido refrán que solía repetir en diferentes programas radiales: “Justicia tardía no es justicia”, y creo que encaja perfectamente en esta situación, porque la justicia debe adecuarse siempre ante las actuales situaciones y los nuevos tiempos.

Todos tienen derecho a ser felices con decisiones responsables y maduras. Hasta el próximo jueves.
DIARIO 16

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